Petrechema y Quimboa Alto

Un fin de semana perfecto para la montaña. Estuvimos en Zuriza. El sábado subimos al Petrechema y el domingo Quimboa Alto. Nos acompañó el buen tiempo y pudimos disfrutar de las ascensiones a tope.

Petrechema.
Por la vía clásica. Linza- Collado de Linza-Petrechema. Unos 1000m desnivel.  Sobra cualquier descripción del recorrido.

Sobre tiempos, tardamos todo lo que quisimos y más. Cada rincón era una foto sorprendente y cada cima tenía la luz especial que hace que la foto sea irrepetible.
Me llamó la atención la cantidad de gente que subía con esquís para hacer travesía. En todo el recorrido nos acompañaron hileras de esquiadores. Antes de llegar al collado de Linza,  atravesamos unas laderas de "La Paquiza", muy inclinadas que se desploman en un barranco. Uno de los esquiadores, delante nuestro, tropezó y cayó por la pendiente, quedándose a pocos metros del precipicio. Un susto que alerta sobre las aglomeraciones en los puntos delicados. No exagero si digo que en las cuestas finales del Petrechema nos encontraríamos unas 40 personas, la mayoría con esquís. En la cima nos juntamos 30 personas con todo tipo de pertrechos. La verdad es que me pareció peligroso.
Está claro que el buen tiempo nos animó a muchos.

Quimboa Alto.
Parking de Taxeras- Refugio de Taxeras- Faxa Catalán- Cordal entre Quimboa y Petraficha- Quimboa. Unos 900m de desnivel.

Si el día anterior la concurrencia fue la nota dominante, la ascensión a Quimboa resultó todo lo contrario. Sin compañía. En la lejanía se distinguían algunos puntitos negros que ascendían por el paso de Taxeras y un grupo más nítido que se acercaba a Chipeta.
Desde el parking (1270m) cogemos (NE) la pista que se dirige al Refugio de Taxeras (1420). Continuamos (NNE) para llegar a Faxa Catalán (1820). Un rincón espectacular, el refugio rodeado de un paisaje alpino completamente nevado. De nuevo cogemos NE y superamos las últimas pero empinadísimas laderas que nos llevan hasta el cordal (2160m), a la derecha Piedraficha, a la izquierda Quimboa Alto (2186m).
Una anécdota. En Faxa Catalán encontramos los restos de un rebeco que, suponemos, se despeñó. Justo cuando llegamos a la explanada nevada se asustaron tres zorros y salieron huyendo. Por lo menos, uno de ellos estaba dando cuenta de los restos del rebeco. Al huir fue inmediatamente sustituido en el banquete por unos cuervos que sobrevolaban la zona. Cosas de la naturaleza. Todo se recicla, nada se desperdicia. El sitio que dejan unos, enseguida lo ocupan otros.



Raquetas en Lunada


Se suele decir que detrás de la tormenta sale el sol. Y este fin de semana así ha sido. Después de que el sábado la borrasca Xynthia nos zarandeara y a más de uno le moviera el tejado, vino un domingo de sol espléndido. Estábamos en Espinosa de los Monteros y nada mejor que coger las raquetas y darnos una vuelta por Lunada. No teníamos experiencia de andar con ellas y fue todo un descubrimiento.

Nos encontramos una Lunada casi sin nieve. El viento sur, el huracán del sábado y el calor de los días pasados se la llevaron. Sólo quedaba en abundancia en las alturas del pico La Miel y el Castro Valnera. Las pistas de la estación de esquí todavía vestían de blanco, pero no lo suficiente como para que se pusieran en funcionamiento los remontes. El resto del paisaje era un salpicón donde los retazos de nieve sobresalían en un paisaje dominado por el brezo y los prados.
Trazamos un paseo un poco a nuestro aire. Recorrimos unos 5 o 6 kilómetros entre la ida y la vuelta.
En la carretera que sube al portillo de Lunada desde las Machorras, entre el Km 4 y el Km 5 hay dos parking para coches, en realidad dos ensanchamientos a la izquierda de la carretera. Dejamos el coche en el de arriba, en el que está más cerca del barrio “El Poviso” . A la izquierda del parking pasa un camino que con dirección NO atraviesa un grupo de cabañas, más o menos, paralelas a la carreta del puerto. Poco a poco el recorrido va cogiendo dirección O y al cabo de un kilómetro nos deja en la carretera de las pistas de esquí. Hasta aquí, prácticamente, no pisamos nieve. Pero en adelante la nieve dominaba a los matojos de brezo y decidimos ponernos las raquetas que no nos quitamos hasta volver al mismo punto. Ahora ya, con dirección O sin variación, recorrimos los (+ -) dos kilómetros que nos separaban de la estación de esquí. La única incomodidad sortear los muros de piedras que separan los prados. Esta parte del itinerario transcurre paralela a la carreta. Para volver pasamos al otro lado que también tenía suficiente capa de nieve. Un paseo para estrenar las raquetas.