FLYSH DE ZUMAIA A DEBA





La costa occidental de Gipuzkoa destaca por las llamativas formas de sus acantilados. El tramo comprendido entre Zumaia, Deba y Motriko (Biotopo protegido) se erigió como consecuencia de presiones tectónicas hace millones de años dando lugar a formaciones petreas estratificadas (Flysh), donde están representadas todas las edades geológicas de la tierra, de ahí que tenga un enorme valor científico. La estratificaciones se ven tanto en las paredes de los acantilados como en el suelo (rasa mareal). Pero además, la espectacularidad de estas formaciones le da a la zona un valor paisajístico difícil de encontrar. La verde Gipuzkoa entra en el mar con vestido de pliegues rígidos y perfectos dibujando una geometría que parece artificial.


Nosotros realizamos uno de los posibles recorridos, quizás el más frecuente. Pero hay itinerarios que transcurren por la parte alta de los acantilados y otros que recorren buena parte de la rasa mareal, a escoger el que más nos guste.
Iniciamos la marcha en la Ermita de San Telmo de Zumaia. A sus pies, los acantilados y la playa de Itzurun ofrecen las primeras vistas del recorrido. La senda sigue las marcas rojas y blancas de la GR 121 (Vuelta a Gipuzkoa). A los pocos metros de empezar (O) llegamos a los acantilados de Algorri donde encontramos los primeros tramos de rasa mareal. El camino se aparta de la línea de costa (S) y se dirige al interior ofreciendo un paisaje de contrastes entre el verde de las campas y el azul del mar recortado por la espuma de las olas que rompen. Avanzamos hacia el oeste para llegar a la zona de Saskarate. Un poco más adelante, nos desviamos de la GR 121, tomamos una pista a la derecha y en un nuevo desvío bajamos (N) a un mirador sobre los acantilados. Volvimos sobre nuestros pasos para recuperar la pista y con dirección SO dirigirnos al barrio Pagoeta donde volvimos a encontrar la GR 121.


Ahora la GR se dirige (NO). Bordea el monte Sorazu, pasa por los caseríos Arantzagoikoa y Arantzazpikoa y desciende hacia Portutxiki, otro mirador encima del acantilado. (El itinerario que recorre las playas y la rasa mareal aquí tiene un punto donde se ha instalado una cuerda y peldaños metálicos para trepar la pared del acantilado y salir de la línea de costa). El rincón permite contemplar un buen tramo del Flysh.
Sin perder la dirección que traíamos, en pocos metros, llegamos a la playa de Sakoneta situada sobre la rasa mareal. La verdad es que me impresionó mucho. Te quedas con la sensación de que alguien hubiera dispuesto las capas pétreas en forma de páginas de un libro y no solo conforme con alinear los acantilados, dispuso su orden en el suelo marino también. Crestas de piedra que nacen en el fondo del mar y recorren la playa en línea recta y paralelas, para remontar las paredes de los acantilados o viceversa. Saqué no sé cuantas fotos, pero me faltó tiempo para captar los infinitos detalles sorprendentes que el tiempo y la erosión han esculpido en semejante paisaje. Desde Sakoneta recorrimos la rasa con cuidado de no resbalarnos porque la piedra estaba mojada, hacía pocas horas inundada por la marea. Llegamos a un punto donde una cuerda nos ayudó a trepar por el acantilado y situarnos cerca de Mendatagana.


En vez de continuar por la GR 121 decidimos rodear Mendatagana tomando el trazado del antiguo ferrocarril (O). Atravesamos dos túneles cerca de la playa de Aitzuri y salimos a la altura de la depuradora de aguas de Arranomendi donde conectamos de nuevo con la GR 121. Después de subir una cuesta bastante empinada nos encontramos con la carretera (N634) que atravesamos. Remontamos unas campas, desde donde pudimos contemplar una magnífica panorámica de la costa de Deba, y llegamos a la ermita de Santa Catalina. La ermita está situada en un alto que domina la costa y nos permitió tener una panorámica completa del recorrido que estábamos haciendo. Ya solo nos quedaba descender a Deba. Primero cambiamos de rumbo hacia el sur, para llegar al caserío Etxeberri y luego (SO) continuamos bajando para salir al lado de la ermita de San Roque. Finalmente por la calle Buenos Aires llegamos al centro de Deba. Este trozo final, desde la ermita de San Roque, ya en casco urbano, es muy empinado y el suelo está empedrado. Puede haber resbalones.
En conclusión, para cualquier senderista un recorrido nuevo e imprescindible en el que se mezclan paisaje, cultura y deporte. Recorrimos unos 15 km y salvamos un desnivel acumulado de más de 500m.